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Zonas de Uzbekistán
Descubre con GrandVoyage las zonas de Uzbekistán que son imprescindibles si vas a viajar a este país.
Si estás pensando en que tu próximo destino de viaje sea este país que aúna tradiciones milenarias, estás en el camino correcto, pues no te olvidarás nunca de la experiencia de visitarlo. Uzbekistán se asienta en el corazón de la Ruta de la Seda. El triángulo formado por Samarcanda, Bujará y Jiva, entre frías estepas y kilométricos desiertos, es de las mejores zonas de Uzbekistán para conocer. Esconde una rica combinación de etnias que conviven amablemente, joyas arquitectónicas reconocidas por la Unesco y una colección de alminares, mezquitas, madrasas y mausoleos como pocos existen en el mundo.
Súmale el horizonte rojizo de sus atardeceres, sus espléndidos paisajes y la influencia de diferentes culturas -persa, india, árabe, china y turca. Por todo ello, y en conjunto con la amabilidad de su gente, tendrás una sensacional experiencia para conocer y disfrutar en Asia Central.
En Uzbekistán, país de reciente apertura al turismo, se sigue respirando su pasado soviético y su condición estratégica como punto comercial. ¿Te lo vas a perder?
Samarcanda
Alejandro Magno dijo de ella: “Todo lo que había oído sobre Samarcanda es verdad, excepto que es más hermosa de lo que había imaginado”.
Con más de 3.000 años de antigüedad, Samarcanda es uno de los principales atractivos del país, pues se trata de una ciudad esencial para entender la Ruta de la Seda. En este oasis de cúpulas azules es vital visitar su plaza principal, la Plaza del Registán, que cuenta con las majestuosas madrasas deUlugh Beg, Tilya-Kori y Sher-Dor. Su decoración coránica y su maravillosa arquitectura la hacen un espacio singular en el mundo entero. Su nombre internacional ya lo dice todo: encrucijada de culturas.
Jiva
La que fuera capital de la región histórica de Corasmia, es hoy otro ángulo imprescindible del triunvirato mágico de Uzbekistán. Ésta ciudad legendaria es también conocida como la ciudad de las mil y una noches, pues en ella cabría imaginar cualquier leyenda del popular libro que recopila cuentos árabes tradicionales. Dotada de un patrimonio monumental de ensueño e inmersa entre dos desiertos, Kara-Kum y Kizil-Kum, es considerada Patrimonio de la Humanidad desde 1990. Sus preciosas mezquitas, mercados tradicionales y artesanía propia, hacen de Jiva (o Khiva) una parada obligada de tu visita a Uzbekistán.
Bujará
De mayoría uzbeka, esta otra ciudad legendaria, quinta en número de habitantes de Uzbekistán, fue asentamiento de una gran comunidad judía y congregó a numerosos sufistas. Por si fuera poco es el principal destino de peregrinación musulmana por detrás de La Meca. De ahí también su increíble y próspera mezcla de culturas y etnias.
Perderse en la ciudad llena de monumentos y recovecos impresionantes es una aventura en la que la influencia persa se percibe en cada una de sus piedras. Plazas, patios, mezquitas, minaretes, madrazas… este museo viviente invita a disfrutar cada segundo que pases en sus callejuelas y espacios abiertos.
Tashkent
Es la capital del país y la ciudad más grande de Asia Central. Conocida ancestralmente como la Ciudad de Piedra, es muy diferente a las otras grandes ciudades de la Ruta de la Seda. No pienses en calles estrechas y estructuras cerradas, en Tashkent predominan grandes avenidas, edificios contundentes y espacios abiertos. Es una gran urbe que representa el epicentro económico, científico y cultural del centro de Asia.
Cuenta con una gran influencia soviética y uzbeka en el día a día, pero su cultura arrastra muchísimos detalles de otras culturas. Además, alberga hasta once teatros diferentes y sus museos son un reclamo internacional por la cantidad de piezas exclusivas que alberga. Podrás ver, por ejemplo, el célebre el “Corán de Usman”, original del siglo VII.
Kokand
Está sumergida en el corazón del Valle de Ferganá y es la conexión principal entre las poblaciones de la zona. Los monumentos de esta ciudad, de unos doscientos mil habitantes, deja entrever la importancia que tuvo en un pasado remoto, en el que se construyeron hasta 300 mezquitas. Hoy, con un patrimonio más reducido pero igualmente impresionante, son su gente, sus costumbres, sus parques, sus cafés, sus paseos, lo que verdaderamente hace diferencial la experiencia de visitarlo.